miércoles, 29 de agosto de 2007

Conociendo Nuestra Historia.
Polémica sobre la fundación de Santiago del Estero.

El día miércoles 25 de julio, con innumerables actos y festejos en los diferentes barrios de la capital provincial, se conmemoró el 454 aniversario de la “fundación de la ciudad de Santiago del Estero”

Es por ello que entendemos apropiado, hacer una breve alusión histórica a esta fecha de gran relevancia no solo para los santiagueños sino también para los argentinos todos, por ser el punto de partida de las expediciones fundadoras de otros pueblos y el origen de las primeras instituciones de nuestro país. En tal sentido, es importante recordar la epopeya colonizadora de lo españoles por nuestras tierras e intentar dilucidar la polémica sobre a quien corresponden los honores por la fundación de la ciudad capital.

Las primeras expediciones por el norte argentino

La llamada región del Tucumán se extendía a lo largo de lo que hoy son las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, la Rioja y Córdoba. Al término Tucumán se le atribuyen diversos orígenes y significados, pero destacamos el que aporta Orestes Di Lullo que indica su procedencia del vocablo “quechua” TUCUNA que significa “algo que se ha de acabar”, por lo que Tucumán significaría “hacia donde acaba”, refiriéndose al dominio Inca, ya que esta región fue el último bastión del imperio Incaico.

Luego del arribo de los españoles a América, comenzaron las expediciones hacia los diversos rincones del continente con los fines de fundar ciudades, colonizar y evangelizar a los naturales. En el marco de esa intrincada empresa, llega en 1536 la primera incursión por la región del Tucumán comandada por Diego de Almagro en su paso por Chile.

Sin embargo la primera expedición que penetró en lo que hoy estrictamente consideramos territorio santiagueño, fue la de Diego de Rojas, que por orden del gobernador del Perú, Cristóbal Vaca de Castro, partió en 1543 desde el Perú con unos cien hombres aproximadamente, con el fin de reconocer la región del Tucumán, hasta ese entonces inexplorada. En su recorrido, pasó por Chicoana, en el Valle Calchaquí, hasta llegar a los llanos tucumanos. Tuvo que enfrentar numerosos obstáculos y la resistencia que oponían lo aborígenes, pero finalmente logró penetrar en territorio santiagueño a través de las sierras de Guasayán.
Una vez adentrado en el territorio santiagueño, continuó con las expediciones, pero en 1544, al llegar a la zona de Maquixasa (Maquijata) -actual departamento Choya- se produce un sangriento enfrentamiento con los Tonocotés, en el cual Diego de Rojas es herido en una pierna, por un indio con una flecha presuntamente envenenada, provocándole finalmente su muerte.

La expedición de Diego de Rojas obtuvo gran trascendencia porque fue el primer reconocimiento efectivo de la región del Tucumán, simiente de las posteriores expediciones pobladoras.

Nuñez del Prado: la primera fundación en territorio argentino.

Transcurrido aproximadamente medio siglo XVI, el Lic. Pedro de la Gasca había logrado poner fin a las guerras civiles del Perú, y con el doble criterio de descongestionar las ciudades de la soldadesca armada y desocupada que promovía desórdenes, e iniciar la colonización, el 19 de junio de 1549 firma la provisión por la que encomienda a Juan Nuñez del Prado, alcalde de las minas de Potosí, la misión de dirigirse a la región del Tucumán para extender la fe católica evangelizando a los naturales y fundar “un pueblo de cristianos que es lo que principalmente pretendemos”, reza el citado documento.
Según lo ordenado, Nuñez del Prado parte de Potosí junto a sesenta hombres entre los que contaba con dos sacerdotes dominicos. Abocado a la tarea encomendada, el 29de junio de 1550, llega al actual territorio de la provincia de Tucumán y funda en el llamado valle de Gualán, la primera ciudad del territorio argentino, a la que le dio por nombre “el Barco”, en honor al Lic., de la Gasca que había nacido en el Barco del Ávila (España). En aquella oportunidad, realizó el trazado del pueblo, organizó el cabildo y distribuyó los indios en encomiendas.
Encontrándose allí instalado, se planteó el primer conflicto jurisdiccional con Chile a la sazón gobernada por don Pedro de Valdivia, lo que obligó a Nuñez del Prado a trasladar la ciudad, desandando el camino, y emplazándola, en el año 1551, en el Valle Quiriquiri (actual provincia de Salta), mas o menos 25 leguas al norte de su primer asiento. La ciudad recibió una nueva denominación: “el Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago”, conocida también como “El Barco II”.
La nueva ubicación de la ciudad no fue favorable debido a los innumerables ataques de los naturales y cumpliendo órdenes de las autoridades del Perú, al año siguiente la trasladó finalmente a orillas del Río del Estero (hoy río Dulce), cerca de la actual ciudad de Santiago del Estero (llamada por algunos como El Barco III.)

La misión de Francisco de Aguirre.

El Gobernador de Chile, Pedro de Valdivia, por considerar que el Barco estaba dentro de sus territorios, llama a Francisco de Aguirre (destacado capitán que había luchado en Europa y en América) y por provisión firmada el 8 de octubre de 1551: revoca el poder que se había conferido a Juan Núñez del Prado y le encomienda la misión de tomar posesión de la ciudad en carácter de teniente gobernador.
De acuerdo al mandato conferido, Aguirre se interna en la región y apenas llega a territorio santiagueño en 1553, hace conocer la provisión de Valdivia, se apodera de la ciudad, designa nuevas autoridades, organiza un nuevo cabildo, despacha de inmediato al Perú a los sacerdotes dominicos, apresa a Núñez del Prado y lo envía como prisionero a Chile. Posteriormente, por la cercanía al río y la peligrosa exposición a sus crecidas, decide trasladar la ciudad una legua al norte (ubicación actual), y funda el nuevo centro español que bautizó con el nombre de Santiago del Estero, que conserva hasta el presente.

El fundador de Santiago del Estero.

Por no haberse encontrado el acta de la fundación de “El Barco” ni el de la ciudad de “Santiago del Estero”, el debate quedó abierto en torno quién debía ser considerado el fundador de la ciudad de Santiago del Estero y cual fecha debía estimarse como de su origen. Se esgrimieron diversas teorías que encontraron sustento en diversos documentos de la época que fueron surgiendo gracias al exhaustivo trabajo investigativo de reconocidos historiadores que se alinearon detrás de una u otra teoría. Algunos afirmando que Nuñez del Prado fue el verdadero fundador de la ciudad y que Francisco de Aguirre fue su poblador definitivo; en tanto que otros distinguiendo a Santiago del Estero de “El Barco”, sostuvieron que éste último merece ser reverenciado como el portador de tal título.
En vísperas de conmemorarse el cuarto centenario de la fundación de la ciudad, a pedido del gobierno de la provincia, una comisión especial de la Academia Nacional de Historia, presidida en ese entonces por el Dr. Ricardo Levene, pronunció un dictamen que intentó dilucidar el tema en cuestión y determinó, (fundamentándose en actas del cabildo: principalmente en la del 14 de abril de 1774 y la del 21 de julio de 1779, y hasta tanto no aparezca el documento original e irrefragable), que “la muy noble ciudad de Santiago del Estero, fué fundada el 25 de julio de 1553, por el ilustre conquistador español, Don Francisco de Aguirre”

Finalmente y siguiendo el dictamen de la Academia Nacional de Historia, el 10 de noviembre de 1952, por decreto del poder ejecutivo provincial, quedó fijada como fecha oficial de la fundación de la ciudad, el 25 de julio de 1553.

(Bibliografía: ”Historia de Santiago del Estero. Desde los orígenes hasta los fines del siglo XIX”. Por María Mercedes Tenti de Laitán; “Santiago del Estero. Recorrido por una ciudad histórica” por Luis Alén Lascano, Mario Cerón, Roberto Delgado, Victor H.Ledesma; “Dictamen de la Academia Nacional de Historia de la Nación”, “fundación de la ciudad de Santiago del Estero” dictamen de la Junta de Estudios históricos de Santiago del Estero; “Cuatro Siglos de Historia” por Orestes Di Lullo.)

Foto: Gentileza de Gustavo Tarchini.