“Mamá buscaba una nena, y por orden de cigüeña apareció Machingo, Adolfo, Roberto, Vitillo y la cigüeña cansadita con Machaco. Cinco hermanos” comentaba en una nota de radio“Vitillo” Ábalos, el último de los hermanos Ábalos que todavía sigue "agitando pañuelos".
Pero no todos estos cinco hermanos que llegaron hasta Nueva York y se juntaron con Louis Armstrong eran santiagueños.
“Papá fue el primer médico odontólogo con título, primer dentista a nivel oficial que tuvo la provincia de Santiago del Estero. Se casa con mamá, viene a Buenos Aires y se las arregla dando clases en escuelas primarias en la ciudad de La Plata. Ahí nace Machingo Ábalos. Luego, viene a Buenos Aires a continuar sus estudios y nace Adolfo Armando Ábalos: uno platense y el otro porteño. Se enteraron cuando sacaron la libreta de enrolamiento en Santiago del Estero, que no eran nacidos en Santiago del Estero"
“Papá fue el primer médico odontólogo con título, primer dentista a nivel oficial que tuvo la provincia de Santiago del Estero. Se casa con mamá, viene a Buenos Aires y se las arregla dando clases en escuelas primarias en la ciudad de La Plata. Ahí nace Machingo Ábalos. Luego, viene a Buenos Aires a continuar sus estudios y nace Adolfo Armando Ábalos: uno platense y el otro porteño. Se enteraron cuando sacaron la libreta de enrolamiento en Santiago del Estero, que no eran nacidos en Santiago del Estero"
El destino ya estaba escrito para ellos. Tenían la misión de ser los pioneros del folklore nacional y de lograr llevarlo a su máxima expresión. Y eso fue lo que hicieron. Vitillo recuerda "En casa, cualquier instrumento que llegaba lo tocábamos. Entonces, nos íbamos preparando sin saber para que y por qué. Había llegado el famoso bombo legüero a casa, en el año 1936. A papá le sabíamos pedir bombo y nunca pobre pudo traer uno. Y de pronto apareció uno en casa. Era piano, guitarra y bombo. Como había capacidad o predisposición, ya había un solista cantando, o un dúo, o un pequeño coro y como estaban las chicas amigas que yo las veía, yo era chango, todos eran jóvenes que se acercaban con una actitud parecida. Se estaba armando lo que siempre nos ha gustado a los hermanos Ábalos: canto, música y danza. Por allá, por el año 1938, papá nos va preparando para algo que fue muy tremendo para mi, que tendría dieciséis años, que iba a ser una segunda casa en la ciudad de Buenos Aires, porque Machingo por un tema económico, que estudiaba Odontología en Rosario, provincia de Santa Fe. Adolfo, en la provincia de Tucumán para ser farmacéutico, en la generación de él, primero tenía que ser bioquímico. Adolfo tiene dos títulos. Y Roberto, que había terminado magisterio en la escuela normal, ya estaba apuntando para Paraná, en la provincia de Entre Ríos para hacer el profesorado. Y yo y Machaco, por edad, estábamos en el secundario. Entonces vinimos a vivir a Buenos Aires para fines del año 1938. Nos explicaron, que papá quería juntar a todos en una casa, para que económicamente le sea más posible que terminemos los estudios. Es el motivo por el cual vinimos a vivir a Buenos Aires, todavía no pensábamos ni remotamente eso de Los Hermanos Ábalos. La presencia nuestra acá no es para conquistarlos folklóricamente a Buenos Aires. Y que casualidad, para no extrañar tanto, fue en la calle Santiago del Estero, casi Avenida Belgrano. Ahí arrancamos. Claro, trajimos la guitarra, el bombo y el piano. Dejamos al loro y a la tortuga. Me acuerdo que teníamos un loro encantador, como hablaba, cantaba chacareras. Y estando en Buenos Aires, a nuevas amistades, le llamaba la atención ritmos desconocidos. La ciudad de Buenos Aires, el habitante, es una persona que le gusta trabajar, muy cosmopolita, no ha cambiado mucho. Estamos hablando de setenta y pico de años atrás. Las cosas criollas no estaban difundidas, no estaban informadas. Una cosa es que yo te informe y te agrada o no te agrada tal cosa. Vos eliges. Acá no era que no agradaba, no las conocían. Entonces 1938, 1939, a los Ábalos nos llamaban desde diferentes lugares, donde había un piano y nuevas amistades querían conocer, querían oír. Y 1939, ya habíamos actuado en Santiago en el cine Splendid, pero a nivel así, aficionados, muy bien armado, con música, canto y danza. Y acá, la primera actuación teatral fue al lado del Teatro Coliseo, donde ahora está el teatro El Globo. Allí, había una asociación que se entera de lo que hacíamos y presentamos Patio Santiagueño, patio Provinciano. Gusto mucho, un lleno grande, con nuevas amistades, con chicas jóvenes que bailaban el gatito a la forma de la provincia de Buenos Aires. Eran un extraordinario grupo. Esa fue la primera presentación. Ahora viene lo más trágico... Nos pedían tanto, que hablábamos con papá, que se había instalado acá, y le pedíamos permiso por cinco años, para formar y presentar el conjunto Los Hermanos Ábalos y no le gustó nada, nada, a mi padre. Porque era una ciudad, desde el punto de vista de él, creo que no estaba errado, que iba a ser muy difícil pretender y difundir, y por qué no, a aspirar a vivir de esta misma inquietud. Mamá ayudó y lo convenció a papá. No le gustó nada. Se dio cuenta de que éramos unos locos simpáticos, que no teníamos una idea en el lío en que nos estábamos metiendo porque no había apoyo en una serie de cosas y de ahí se arranca”.
Y despúes hicieron historia. Queda su música envuelta en algun pañuelo, que busca en el silencio una zamba perdida para poder bailar. Su música queda en nuestros oídos y corazones y allí seguirá viviendo.
fuente:folkloreclub.com.ar